Han pasado algunos días desde las polémicas imágenes que desataron un «escandalo» en el estado colombiano, desde ese día he invertido un pequeño tiempo de mis pensamientos a desentrañar y hacer más abordable este hecho que a mis ojos es la manifestación del malestar que aqueja la sociedad colombiana y su heredada “cultura” europea.
Durante la semana me he preguntado por los modelos hegemónicos de educación que hemos heredado y a través de los cuales se sigue haciendo la educación en Colombia. Estos siguen siendo los modelos que determinan nuestras maneras de posicionarnos frente a diferentes realidades sociales y nosotros somos los buenos estudiantes que aprendimos a ser obedientes a través de ellos.
Bien lo dice el filósofo “Eirick Prairat” quien retomando los pensamientos de Foucault con respecto a las heterotopías(1) nos muestra como las sociedades modernas a través de la educación se han construido a partir de ideales diversos. Estas heterotopias se manifiestan a través de tres instituciones La iglesia, las fuerzas militares y las instituciones políticas (La heterotopía religiosa, la heterotopía militar y la heterotopía política).
Estas tres transposiciones son heredadas de ancianos régimenes como los “monasterios” donde el carácter de aprendizaje pasa por el silencio y el castigo como métodos aplicados por los clérigos en las relaciones de poder, saber y creencias. Una segunda transposición pasa por el régimen de la “caserna”, un “lugar” donde la organización y la disciplina se instalan para controlar cada movimiento de manera sincronizada, una manera “perfecta” e impecable de ejercer el “poder”. La última transposición es el modelo del “ágora”, un espacio para el débate público donde cada uno puede expresarse y participar políticamente de manera libre.
Quiero partir de este postulado para poder profundizar en los débates que se han suscitado en el polémico caso de la “comunidad del anillo”. En primer lugar, intentar descentralizar su carácter, homofóbico, bifóbico, misógino, sexista, pornográfico y morboso del cual han hecho alusión todos los medios y columnas que he leído. Ni Daniel Coronel, ni Vicky Dávila, ni la justicia o ni el mismo presidente podrán desenmascarar o tapar por completo los mecanismos a través de los cuales funcionan estas instituciones y la verdadera prostitución que se ejerce dentro de ellas (La iglesia, la policía, fuerzas militares etc). Esto para recordar la alianza sagrada que tienen las fuerzas militares y la iglesia a través de sus capellanes y como el estado “laico” es cómplice de ello.
Los colombianos hemos sido educados a través de estos modelos de heterotopías, nuestros sistemas educativos fueron concebidos a partir de ellas, la obediencia, el castigo, la sincronización, la perfección, la competencia, el ascenso entre otros aspectos. En este caso la heterotopía del “ágora” (la política) ha estado siempre al servicio de las dos primeras, no hemos podido desendiosar o imaginarnos una sociedad donde estas dos primeras heterotopias no sean el modelo hegemónico por excelencia. Muestra de esto sigue siendo una educación privada acaparada por la iglesia en colegios y universidades que pertenecen a comunidades religiosas, también colegios y universidades militares. Una sociedad donde todos los días tenemos el minuto de Dios, las misas televisadas y emisiones en las que todos dan gracias a Dios en primer lugar por cualquier cosa.
En fin sin detenernos en este aspecto secundario, lo que nos comprueba la susodicha “comunidad el anillo” son las maneras en que siguen operando las idealizaciones de nuestra sociedad, seguimos pensándonos desde estos modelos, los débates públicos siguen pensándose desde allí, inclusive los medios de comunicación lo hacen, negando de los discursos públicos temas tan importantes como la “prostitución” ya sea esta femenina o masculina, además de temas tan importantes como la educación sexual, la no violencia contra la mujer, el aborto entre otros. Tal y como lo expresa Butler en sus escritos pareciera que la paranoia de lo homosexual se ha tomado el debate público, ahí tuvimos la portada de la revista “Semana” que titulaba “POLIGAYTE” o una caricatura de Matador quien usa el estereotipo de un “policía homosexual” en equivalencia al uniformado con tacones.
De otro lado vimos desfilar por la emisora “BlueRadio” al senador Ferro y su esposa, esta escena me pareció mucho más morbosa y pornográfica. Una entrevista de 36 minutos sobre la polémica del video donde supuestamente se ejerce una conversación “homosexual”, sumada a la justificación forzada del senador Ferro me parecieron más bifóbicos que la misma publicación del video. También la bifobia del panel de periodistas quienes parecían encarnizados con las preguntas sobre la intimidad y la vida matrimonial de Marcela Pinedo y Carlos Ferro, esto si fue peor que el acto de publicar un video intimo.
Los medios de comunicación se han encargado de abordar estos temas de sexualidad, sexo, género, prostitución etcétera, de una manera salvaje y heteronormativa sin conocimientos profundos al respecto. Seguimos confundiendo el género con la orientación sexual, la homosexualidad con la bisexualidad, una heterosexualidad flexible con una heterosexualidad exclusiva. Si bien es cierto Daniel Coronel y Vicky Dávila entre otros tantos periodistas tienen una profunda necesidad periodística de esclarecer la “verdad”, no podemos olvidarnos que esta tiene muchos matices y que lo que se debería hacer antes de caer en la “paranoia homosexual”, es desentrañar los mecanismos y estrategias de poder y dominación, que operan en estas instituciones reflejo de nuestras heterotopias heredadas (La iglesia, las fuerzas militares y el estado).
La tan famosa “comunidad del anillo”, si es que ella existiese no sería otra cosa que el reflejo de una sociedad heteronormativa, donde las relaciones de poder pasan por el origen social, la orientación sexual, el género, la raza las edades, los rangos de poder y evidentemente la prostitución seria el mecanismo a través del cual todas ellas se vehiculan. Hablando con alguna colega en días anteriores nos surgía la pregunta por las “victimas”, dentro de estos mecanismos ¿estarían ellas dispuestas a hablar al respecto? ¿Hay en medio de todas estas personas sujetos que reproducen este sistema de prostitución masculina y qué en la medida en que escalaron y llegaron a la cúspide ejercen el mismo rol de sus predecesores opresores?, ¿Cómo ellos han operado durante tanto tiempo y aún siguen operando?
Si bien es cierto la contradicción discursiva que existe entre homosexualidad/iglesia es igual a la contradicción discursiva que hay entre homosexualidad/fuerzas militares, es por esta paradoja que no hemos llegado a lo fundamental del asunto. Entonces estamos llamados a descentrar asuntos que no son el foco de esta problemática como por ejemplo la orientación sexual no heteronormativa.
Para empezar para nadie es un secreto que instituciones como la iglesia o las fuerzas militares están fundamentadas en un “machismo” recalcitrante y androcéntrico. El cura, el militar o el policía encarnan diferentes ideales de masculinidad. En el primer caso el cura encarna una masculinidad intelectual, espiritual y comprensiva es decir el cuidado espiritual y emocional de sus feligreses; mientras que en el segundo caso los militares y policías representan la fuerza, la brutalidad, la testosterona, el poder sobre la vida y la protección de sus conciudadanos (fantasías sexuales para muchos).
Es quizás la masculinidad hegemónica maltratada la que genera esta paranoia homosexual en instituciones como la policía, la iglesia y las clases políticas. Entonces puedeser que esto no haya dejado que las investigaciones periodísticas tomen el rumbo que deberían tomar. Si bien es cierto admiro el trabajo de algunos periodistas, creo que sus investigaciones se han centrado en el hecho de pensar que es una red de prostitución homosexual masculina, que tiene víctimas y victimarios en el seno de una institución estatal. Pero lejos de esta reducida mirada se debería ampliar y sobre todo descentralizar el problema, se debería traer al seno del debate público la discordancia que existe entre un “estado laico” y sus instituciones. La separación del legislativo, el ejecutivo, el judicial y a corrupción que en ellas existe.
Para finalizar y como un punto relevante se tendría que evitar en el ejercicio de la comunicación todo tipo de amalgamas, entre las identidades minoritarias “homosexuales” “bisexuales” (LGBTI) y los diversos hechos institucionales. Este tipo de cosas han frenado leyes tan importantes que favorezcan a las minorías sexuales que siguen siendo maltratadas. Acá el eje del problema es el comercio del “acto sexual” entre personas masculinas cisgèneros en una institución estatal, así que no nos perdamos por las ramas diciendo que si la violaron fue porque llevaba minifalda. No se equivoque de "Putos" ni de "Putiaderos"señor/a periodista.
(1) Heterotopía
es una representación física o aproximación de una utopía, o un espacio
paralelo que contiene los cuerpos no deseados para hacer un espacio utópico real
posible.
Monsieur Corbatin